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  • jueves, 2 de febrero de 2012



    ¿Quién te da el derecho de robarme tantas noches? ¿Quién te dio el poder de convertir mis cortas horas en
     insoportables tormentos? Yo no puedo concederte tales cosas y usted me lo permite. Tal sentencia merece
     camisa de fuerza, porque el olvido es demasiado sencillo.


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