domingo, 29 de enero de 2012
No es como si ella pensara que llorar fuese malo, incluso ofrecía su hombro cuando era necesario. Sin embargo, no podía dejar de creer que aquella era una debilidad demasiado humana para ella, tanta fragilidad y sensibilidad en una sola especie, le producía algo de desconcierto. Ella siempre quiso verse más fuerte, más difícil de derrotar, más como ella y no como las otras. Pues estaba segura que la mejor arma de una mujer eran sus lagrimas y ella no quería caer en los brazos de un hombre como la victima, ella deseaba demostrar que nadie podía pasar a llevarla; pero como todo, aquella pena disfrazada se fue acumulando, gota por gota, comenzaron con el llenado del vaso.
- El día que decidió llorar.
0 comentarios:
Publicar un comentario