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  • lunes, 29 de marzo de 2010


    - Debes dejarlo - gritó casi tocando sus manos
    - No puedo - se limitó a decir - es más fuerte que cualquier cosa que haya conocido...

    Su cara expresaba confusión y seguridad. No estaba segura de haber hecho lo correcto, pero si de haber salvado su vida.


    - Entonces no puedo ayudarte - sentenció por última vez
    - Pues vete, no te necesito ya...

    Las lágrimas cellaron sus ojos, un sin fin de luces recorrían su mente y la agonía se sostenía en la garganta.

    Se sintió presa de la desesperación, sus manos de hierro seguían fingiendo hostilidad, pero sus piernas flaqueaban al hecho.

    Se dio por vencida, se dejó caer, todo a su alrededor era limitado y sin importancia, ya nada le servía de consuelo.

    Sus manos intentaron llegar al piso, su cabeza intento dar vueltas y el surrealismo intentó raptarle, pero alguien lo impidió llegar a su fin.

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